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EL NIÑO DE LA ALMAZARA

4/12/2015

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Otra colaboración llega a la memoryexperience, la firma Pablo Jesús Gámez, buen amigo. Nos escribe un emotivo texto, con sus recuerdos de niñez rodeados de aceite. En su caso muy intensos, ya que viene de familia de tradición aceitera... 
Os adjunto el texto tal y como me lo envía, esperando que lo disfrutéis. Entre sus letras, algunas fotos de nuestros olivos y aceitunas, las madres de nuestro aceite excelso.
​Muchas gracias por ayudarnos Pablo.

EL NIÑO DE LA ALMAZARA
(O el aceite, ​como aroma de nuestra vida)
Algunas veces me gustaría viajar en el tiempo y volver de nuevo a ser aquel niño cuya infancia transcurrió, feliz, al lado de la almazara familiar, en la que la que con la vieja técnica de prensas de capachos se elaboraba nuestro aceite de oliva. Entonces la campaña comenzaba después de la Inmaculada, nunca antes, que según decían los viejos “aceituna que se coge antes de Enero, se deja medio aceite en el madero”.
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Junto a sus amigos, acudía a contemplar el proceso: los olivareros, muchos en Land Rover, y otros con borricos, llevaban los sacos de aceituna que echaban en la tolva; luego, los rulos, dando vueltas y más vueltas moliendo la aceituna y obteniendo esa pasta color oscuro que luego los molineros ponían en las capachetas, para su prensado. En la prensa el capacho ya rezumaba directamente el aceite, mezclado con algunas gotitas de jamila (1). Aquello para él era un mágico hechizo… y el se quedaba quieto, con los ojos muy abiertos, contemplando aquel fascinante proceso; el ruido de los rulos, el goteo del aceite, aspirando su inolvidable aroma… hasta que su padre llegaba:
-“Venga Pablo, a casa.”
Si, me gustaría viajar en el tiempo y volver a ser aquel niño que se sentaba junto a aquellos fuertes molineros que a fuerza de brazos, después del prensado, sacaban el orujo sólido aun caliente, que era llevado al patio, momento que los niños, siempre traviesos, aprovechábamos para tirarle plastones (2) de orujo a algún que otro molinero despistado, por supuesto desde lejos, que no tenían buenas pulgas, y si hacia frio y estaban dentro, le propinábamos una buena ración de pestugazos (3) a algún que otro borrico o mulo que había atado, aprovechando el breve rato que su dueño estaba en la oficina recogiendo el recibo de la aceituna, hasta que el dueño del pobre animal salía, momento en el que los niños nos alejábamos corriendo.
...contemplando aquel fascinante proceso; el ruido de los rulos, el goteo del aceite, aspirando su inolvidable aroma… 
Y cierro los ojos y de nuevo me veo allí, con mi padre, al lado de la prensa, con el trozo de pan en la mano, esperando que caigan las primeras gotas de aceite recién hecho.
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Por la tarde, y sobre todo los fines de semana, era inevitable nuestro regreso. Los niños jugábamos a las bolas, a la trompa, al burro, al escondite, corríamos con bríos, como si nos fuera la vida en ello; yo me subía a los montones de orujo, y ajeno al peligro, incluso me metía hasta en la tolva… pasaba por entre los molineros, me escondía entre los depósitos de aceite, incluso en algunas ocasiones hacia de aprendiz de equilibrista entre los jamileros (4), con el consiguiente riesgo de caída…
“¡Niño, fuera de ahí…se lo voy a decir a tu padre! ¡Manolo, mira tu hijo que no se está quieto!”
Han pasado mas de 40 años, pero me queda el tesoro del gratísimo e imborrable recuerdo de todos aquellos momentos felices. Por eso, cada vez que por la mañana degusto mi tostada de aceite, del aceite de nuestra vida, su maravillosa fragancia me evoca los inefables aromas del pasado, y me trae a la memoria el recuerdo de mi querido y añorado padre, que, alguna vez que otra me decía… “hijo, si yo creo que en vez de mamar teta, mamaste aceite… “. Y cierro los ojos y de nuevo me veo allí, con mi padre, al lado de la prensa, con el trozo de pan en la mano, esperando que caigan las primeras gotas de aceite recién hecho.


  1. Jamila. Asi llamábamos al alpechín.
  2. “Plastón” de orujo. Trozo de orujo, ya duro, tenía forma de tortilla redonda, y lo cortábamos en trozos.
  3. Pestugazo. Golpe dado con una pestuga. 
  4. Jamilero. Depósito de jamila.

Si quieres colaborar, toda la info la tienes en 
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    Periodista y catador de aceites, es PREMIO JAÉN de Periodismo 2012 de la Diputación Provincial de Jaén por la edición dedicada a Sierra Mágina, tiene el reconocimiento 100% VIRGEN EXTRA de la Denominación de Origen de Aceite de Sierra Mágina, con quien colabora habitualmente, por su labor en la difusión de la calidad de sus aceites, además de formar parte del jurado calificador de sus premios a los mejores aceites en varias ediciones.

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